Energía
solar
La energía solar es una fuente de energía de origen renovable, obtenida a partir del
aprovechamiento de la radiación electromagnética procedente del Sol.
La radiación
solar que alcanza la
Tierra ha sido aprovechada por el ser humano desde la Antigüedad, mediante
diferentes tecnologías que han ido evolucionando con el tiempo desde su
concepción. En la actualidad, el calor y la luz del Sol puede aprovecharse por medio
de captadores como células fotovoltaicas, helióstatos o colectores térmicos,
que pueden transformarla en energía eléctrica o térmica. Es una de las llamadas energías renovables o energías limpias, que pueden ayudar
a resolver algunos de los problemas más urgentes que afronta la humanidad.
Las
diferentes tecnologías solares se clasifican en pasivas o activas según cómo
capturan, convierten y distribuyen la energía solar. Las tecnologías activas
incluyen el uso de paneles fotovoltaicos y colectores
térmicos para
recolectar la energía. Entre las técnicas pasivas, se encuentran diferentes
técnicas enmarcadas en la arquitectura bioclimática: la orientación
de los edificios al Sol, la selección de materiales con una masa térmica
favorable o que tengan propiedades para la dispersión de luz, así como el
diseño de espacios mediante ventilación natural.
En 2011, la Agencia Internacional de la Energía se expresó así: "El desarrollo de
tecnologías solares limpias, baratas e inagotables supondrá un enorme beneficio
a largo plazo. Aumentará la seguridad energética de los países mediante el uso
de una fuente de energía local, inagotable y, aún más importante, independientemente
de importaciones, aumentará la sostenibilidad,
reducirá la contaminación,
disminuirá los costes de la mitigación del cambio climático, y evitará la subida excesiva
de los precios de los combustibles fósiles. Estas ventajas son
globales. De esta manera, los costes para su incentivo y desarrollo deben ser
considerados inversiones; deben ser realizadas de forma correcta y amplia mente difundidas".
La fuente de
energía solar más desarrollada en la actualidad es la energía solar fotovoltaica. Según informes
de la organización ecologista Greenpeace, la energía solar fotovoltaica podría suministrar
electricidad a dos tercios de la población mundial en 2030.
Actualmente,
y gracias a los avances tecnológicos, la sofisticación y la economía de escala,
el coste de la energía solar fotovoltaica se ha reducido de forma constante
desde que se fabricaron las primeras células solares comerciales, aumentando a su vez la eficiencia, y
su coste medio de generación eléctrica ya es competitivo con las fuentes de energía convencionales en un creciente número de regiones
geográficas, alcanzando la paridad de
red. Otras tecnologías
solares, como la energía solar termoeléctrica está reduciendo sus costes también de
forma considerable.
La Tierra recibe 174 petavatios de radiación solar entrante (insolación)
desde la capa más alta de la atmósfera
Aproximadamente el 30 % regresa al
espacio, mientras que las nubes, los océanos y las masas terrestres absorben la
restante. El espectro electromagnético de la luz solar en la superficie
terrestre lo ocupa principalmente la luz visible y los rangos de infrarrojos con una pequeña parte de radiación ultravioleta.
La potencia
de la radiación varía según el momento del día, las condiciones atmosféricas
que la amortiguan y la latitud. En condiciones de radiación aceptables, la
potencia equivale aproximadamente a 1000 W/m² en la superficie terrestre. Esta
potencia se denomina irradiancia.
Nótese que en términos globales prácticamente toda la radiación recibida es remitida al espacio (de lo contrario se produciría un calentamiento abrupto).
Sin embargo, existe una diferencia notable entre la radiación recibida y la
emitida.
La radiación
es aprovechable en sus componentes directos y difusos, o en la suma de ambos.
La radiación directa es la que llega directamente del foco solar, sin
reflexiones o refracciones intermedias. La bóveda celeste diurna emite la
radiación difusa debido a los múltiples fenómenos de reflexión y refracción
solar en la atmósfera, en las nubes y el resto de elementos atmosféricos y
terrestres. La radiación directa puede reflejarse y concentrarse para su
utilización, mientras que no es posible concentrar la luz difusa que proviene
de todas las direcciones.
La
irradiancia directa normal (o perpendicular a los rayos solares) fuera de la
atmósfera, recibe el nombre de constante y
tiene un valor medio de 1366 W/m² (que corresponde a un valor máximo en el perihelio de 1395 W/m² y un valor mínimo en
el afelio de 1308 W/m²).
La radiación
absorbida por los océanos, las nubes, el aire y las masas de tierra incrementan
la temperatura de éstas. El aire calentado es el que contiene agua evaporada
que asciende de los océanos, y también en parte de los continentes, causando circulación atmosférica o convección.
Cuando el aire asciende a las capas altas, donde la temperatura es baja, va
disminuyendo su temperatura hasta que el vapor de agua se condensa formando
nubes. El calor latente de la condensación del agua amplifica la convección,
produciendo fenómenos como el viento, borrascas y anticiclones.
La energía solar absorbida por los océanos y masas terrestres mantiene la
superficie a 14 °C. Para la fotosíntesis de las plantas verdes la energía solar
se convierte en energía química, que produce alimento, madera y biomasa,
de la cual derivan también los combustibles fósiles.
0 comentarios:
Publicar un comentario